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La música es una droga sin efectos secundarios

88 teclas y 288 páginas. En este contexto se mueve James Rhodes, un pianista británico de música clásica y que acaba de publicar su primer libro, “Instrumental”. Un relato desgarrador que narra en primera persona cómo fue violado durante 4 años por su profesor de boxeo y las secuelas que esto deja en un niño de 5 años, que ya nunca más se repone de estos brutales hechos. “Si queréis saber como arrebatar a un niño todo lo que le hace ser niño, folláoslo”.

Pero “Instrumental” también es un canto al poder sanador de la música, a la que se aferra para intentar cicatrizar, como la mejor y más efectiva de las terapias. Una oda a la música porque es la más profunda de las artes, “la respuesta a todo aquello que no tiene respuesta”.

Rhodes repite como un mantra una frase que nosotros hacemos nuestra: “la música me salvó la vida”. De cómo descubrió el efecto sanador de la música a través de “La Chacona” de Bach: “Cuando la escuché por primera vez, pensé: el mundo no puede ser tan terrible si existe una cosa tan bonita como esta”.

Pero James Rhodes es mucho más que su autobiografía. Es uno de los grandes renovadores de la música clásica. Detesta profundamente todo lo que rodea este estilo y asistir a uno de sus recitales es una experiencia similar al concierto del cabeza de cartel en un festival indie de los grandes.

De hecho, sale al escenario con vaqueros, sudadera y zapatillas, charla con el público y utiliza tanto el fuck como veces lo crea necesario. Se parece más a Jarvis Cocker que a cualquier apolillado intérprete clásico que se esconde tras su frac. Y, ojo, critica las formas pero no el fondo. En definitiva, muchos de ellos son sus ídolos y admira su arte, pero lo que no soporta es el envoltorio, el contenido. Desprecia a la aristocracia “cultural” que se ha apoderado de la música “popular”.

Porque Rhodes es lo más parecido a una estrella pop que existe en el mundo del piano. Reivindica a los grandes compositores clásicos como las “rockstars” originales. La mayoría eran genios locos, atormentados y él mismo dice que si muchos de ellos levantaran la cabeza y vieran a las élites que se han apropiado de sus melodías montarían en cólera y les mandarían a todos “a tomar por culo”.

Este mismo sábado, día 26 de noviembre, Mr. Rhodes visita València por primera vez. En la Sala Iturbi del Palau de la Música, las camisas a cuadros sustituirán a las corbatas, las barbas frondosas a las caras rasuradas, los vestidos sesenteros pop a la pedrería, los flequillos a los cardados imposibles y los tatuajes a las etiquetas. Será una gran noche para la música.

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