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La cultura del Iceberg

Dicen por ahí que los nórdicos poseen una sensibilidad especial en lo que a la creación artística se refiere. Dicen, también, que a bajo cero se atempera el alma. Que la música más calentita es la que se compone a la vera del círculo polar. Y así es. Damos fe de ello. Innumerables son ya los ejemplos que conocemos. Pero uno de ellos, uno en particular, nos toca la fibra sensible y un poquito más allá. Se trata de Eirik Gamblek y Erlend Oye, del rubio y el moreno, del yin y el yan, del menos es más. De los KINGS OF CONVENIENCE.

Una pareja de músicos noruegos, procedentes de Bergen, que son unos auténticos magos de la canción folk contemporánea. Sin grandes alardes técnicos, sin necesidad de arreglos imposibles, sin nadie más que ellos dos y sus guitarras acústicas. Como hemos dicho y no nos cansamos de repetir: menos es más.

Como dijo Eirik Gamblek en el concierto de València: “yo soy el otro de Kings of Convenience”. Y dijo bien, porque Erlend Oye (su compañero en el grupo) es un músico capital en la escena indie y electrónica europea y mundial. Músico, productor, dj, compositor, inspirador y talento en estado puro. Así es nuestro admirado Erlend Oye, al que conocimos hace más de una década cuando se paseaba por Benicàssim con sus gafotas de empollón, pelo despeinado y mirada de guiri perdido. Aquel que cuando se subía a un escenario nos hacía emocionar tanto.

Una década se cumple ya de la primera (y única) vez que vimos a Kings of Convenience en un escenario que parecía diseñado exclusivamente para sus creaciones musicales. Fue en el FIB de 2005. Última hora de la tarde, en una carpa con escaso público, y de fondo una de esas puestas de sol mediterráneas color cobre que nunca olvidaremos. Nos dejaron con la boca abierta y desde ese preciso momento se convirtieron en una banda mítica para nosotros.

Desde aquella tarde ha llovido mucho. Ahora tienen 40 años, han consolidado su banda e infinidad de proyectos individuales. Ya no tienen esa mirada ingenua que les empujó al mundo de la música, pero conservan su amor por el POP y su actitud a la hora de afrontar un repertorio. No todos los grandes músicos pueden alardear de conseguir emocionar siempre al público. Un martes, en València, sold-out desde hacía unos días, el auditorio volcado y excitado. Esto es algo poco común por estas tierras. Algo tendrán los hombres del hielo para emocionar de esta forma a los mediterráneos, no?

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